Los centenares de incendios que están asolando Canadá ya se notan hasta en España, a unos 7.000 kilómetros de distancia: el humo procedente de la zona ha llegado este lunes hasta Galicia y Portugal.
“Es un episodio insólito, es llamativo que las partículas se hayan desplazado una distancia tan larga”, dice Francisco Infante, delegado de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) en Galicia.
En urbes como Vigo ha podido verse una neblina durante la jornada, aunque la mayoría de las partículas se encuentran en la parte alta de la atmósfera y se difuminan al tocar la Península, por lo que no está previsto que afecten a la calidad del aire. Según datos oficiales, los fuegos canadienses han quemado este año 7,2 millones de hectáreas —24 veces más que todo lo que ardió en España el año pasado—, de las cuales 1,4 se han carbonizado en los últimos siete días. El cambio climático hará cada vez más frecuentes estos episodios.
“Las imágenes por satélite muestran que la banda de humo procedente de Canadá ha llegado este lunes a la Península. Sin embargo, la concentración de partículas es muy baja, por lo que solo se ha visto en zonas costeras gallegas. Al tocar tierra, se difuminan. Las concentraciones más altas se están dando en los niveles más altos de la atmósfera, no en la superficie”, confirma el portavoz de Aemet. Y continúa: “Es normal que recibamos fenómenos meteorológicos procedentes de ese país, porque ahí se suelen generar las borrascas que vivimos en invierno, pero la materia generada por la combustión de bosques tiende a dispersarse; para que haya llegado hasta nosotros tiene que haber incendios gigantescos”.
Mark Parrington, científico del Servicio de Monitoreo de la Atmósfera de Copernicus, añade: “El desplazamiento de humo de largo alcance a escala intercontinental no es tan inusual cuando aumentan las emisiones de los incendios. Normalmente, ese desplazamiento se produce a mayor altura en la atmósfera (entre 2 y 8 kilómetros), donde la vida atmosférica es más larga y los vientos son más fuertes”.
Ferran Dalmau-Rovira, experto en gestión forestal, pone cifras: “En Canadá se han quemado ya 7,2 millones de hectáreas, lo que supera el peor dato histórico en el país en cuatro décadas, que es de 7,1 millones en 1995. Y todavía queda la mitad del año”. El experto, que ha consultado los datos de Centro Canadiense contra Incendios Forestales (CIFFC, en inglés), explica: “Los rayos generados por tormentas suelen ser responsables de la mitad de los fuegos canadienses y calcinan el 85% de la superficie.
Esos episodios provocan una simultaneidad de fuegos, que además se avivan por el fuerte viento, y eso hace muy difícil luchar contra ellos”. En estos momentos, hay 461 fuegos activos, de los que 237 están fuera de control, y son ya 2.880 los vividos en lo que va de año.
La emergencia climática, con su aumento de temperaturas y sus fenómenos climáticos extremos, impulsan este tipo de enormes incendios, que se espera que sean cada vez más intensos y virulentos.
Equipo al completo de todo el contingente español enviado a combatir los incendios de Canadá, en una imagen publicada por la Asociación de Trabajadores de las Brigadas de Refuerzo de Incendios Forestales.
Equipo al completo de todo el contingente español enviado a combatir los incendios de Canadá, en una imagen publicada por la Asociación de Trabajadores de las Brigadas de Refuerzo de Incendios Forestales.
Para colaborar en las labores de extinción, España ha mandado a casi un centenar de bomberos forestales y otros profesionales, según datos del Ministerio para la Transición Ecológica.
De ellas, 27 proceden del propio departamento de Teresa Ribera, y el resto de varias comunidades autónomas: 25 de la Unidad Especial de Emergencia y Respuesta Inmediata (ERICAM) de la Comunidad de Madrid, y miembros del Servicio de Prevención y Extinción de Incendios Forestales de Castilla-La Mancha, bomberos de Cataluña, de la Unidad de Defensa contra incendios de Murcia, y de otras autonomías.
Escaso efecto sobre la salud
¿Esa humareda tendrá algún efecto sobre la meteorología? Parrington, del programa europeo Copérnicus, cree que no: “La mayor parte del humo se desplaza generalmente a grandes altitudes y no es probable que tenga efectos directos sobre la meteorología en España.
Si el humo es lo suficientemente denso, podrían producirse algunas pequeñas reducciones de las temperaturas en superficie en las proximidades del penacho de humo. Las interacciones del humo con la meteorología son numerosas y complejas y se trata de un campo de investigación activo”.
Con información de El País