El líder indígena Fidencio Aldama Pérez fue liberado este domingo, tras siete años como preso político, ya que la Fiscalía General de Justicia no comprobó su responsabilidad en un presunto crimen ocurrido durante una revuelta en un pueblo originario Yaqui, en Sonora.
En octubre de 2016 estalló una gresca entre indígenas que terminó con decenas de indígenas yaquis heridos y el asesinato de Cruz Buitimea Félix, el cual fue atribuido al líder del pueblo Yaqui y por el cual enfrentaba una condena de 15 años de prisión.
La diferencia se dio por la oposición de una parte de la comunidad indígena por la instalación de un gasoducto que atravesaría la comunidad yaqui de Loma de Bácum, mientras que algunas ya habían aceptado el desarrollo de la infraestructura.
El 27 de octubre, seis días después, Fidencio Aldama fue detenido y, tras un largo juicio, fue recluido en el Centro de Reinserción Social (Cereso) de Ciudad Obregón, donde pasó 2.450 días, 350 semanas u 81 meses preso, hasta el pasado viernes cuando un juez mexicano decidió su liberación por falta de pruebas.
“Los ancestros nos han enseñado a respetar nuestras raíces, cultura, tradiciones y costumbres, pero el hombre blanco, los aliados del dinero, han intervenido produciendo división en nuestras comunidades. Aun así, hay quienes seguimos leales a la nación yaqui, que no se doblegan ante el dinero, que llevamos en el corazón el juramento yaqui”, sostuvo.
Fidencio Aldama aseguró que su libertad nunca sería a cambio del territorio o algún acuerdo financiero, sino a costa de su inocencia.
La obra que generó la discordia, era el gasoducto de Sonora, impulsado entre el Gobierno mexicano y la empresa IEnova, comienza en Arizona y termina en Sinaloa y se encuentra interconectado con el gasoducto Sásabe-Guaymas y el de Guaymas-El Oro, y que se ocupa para alimentar de gas natural a dos centrales de generación de ciclo combinado Empalme I y II de la estatal Comisión Federal de Electricidad (CFE).
Actualmente, la obra continúa en dudas, porque la empresa privada logró enterrar más de 800 kilómetros del gasoducto, aunque dejó pendientes los 18 kilómetros que atraviesan por Loma de Bácum, el único pueblo indígena de las ocho comunidades yaquis que se opuso y ha resistido a la conclusión de la obra.
Con información de EFE